domingo, 26 de febrero de 2012

HISTORIA DE UNA HOJA DE RECLAMACIONES. CAP. I. El detonante. (Francisco Marsó)

EL DETONANTE (1/5)
                                                      Mapa cortesía de httpwww.casaaxarquia.comregion

Hasta donde yo sé hay mucha gente que me conoce y que no se sorprenderá de que me interese escribir la historia de una reclamación (otra cosa será que les interese leerla), pero también me consta que hay mucha gente que no me conoce, especialmente la gente del cono sur de Sudamérica, la gente de Oriente Medio, Extremo Oriente, Extremadura, Extremo Derecha y Derecho y Ciencias Políticas, y tres viejos que juegan a la petanca en la Plaza de las Huéscar de La Chana.

Pues bien, aquí va la historia:
El viernes pasado puse mi primera hoja de reclamaciones allende la frontera española. En realidad, para entender esto mejor, debería remitiros a algunos años atrás para explicar mi afición por las hojas de reclamaciones.
Pues bien, aquí va la historia:
El inicio de esta historia se remonta a hace ya muchos muchos años y voy a tratar de explicárosla:
Pues bien, aquí va la historia:
(música de flash back y se pasa a sepia y negro)
Eran aquellos maravillosos 90´ en los que triunfaban grupos como las Spice Girl, y otros que no me acuerdo, pero que también tocaban piezas bonitas y triunfaban. Recuerdo que un grupo de amigos, incluidos mi hermano y yo, fuimos de fin de semana a Torre del Mar. Allí, armados de tiendas de campaña, tres pares de calzoncillos y un colchón inflable, y completamente desarmados de dinero, nos disponíamos a pasar las mejores setenta y dos horas de nuestra vida.
Pues bien, aquí va la historia:
Nuestra meta era clara, pasarlo lo mejor que pudiéramos, tratando de ahorrar en lo posible en cosas superfluas como la comida o la higiene personal del compañero, no la propia. Es por eso que el elemento "supermercado" fue fundamental en el devenir de los acontecimientos pues, de venir cargados de casa no habríamos tenido que hacer la compra. Y fue así que aconteció, que nos dirigimos allí a aprovisionarnos de distintos elementos, a saber: latas de calamares en salsa americana y whisky. (Quiero ahora aprovechar para hacer una petición pública a la marca Miau para que por favor vuelva a la producción de este manjar que inesperada y tristemente ha desaparecido de los estantes de nuestros supermercados) (Lanzo también una oferta: compro latas de calamares en sala americana de la marca Miau en buen estado)
Una hora después, contentos con la inversión hecha y cargados de pan, latas y bebida abandonamos el economato antes del anochecer.
Hasta aquí todo fue perfecto, pero el problema llegó por la noche, cuando, bien hartos de comer (bocadillos de los ya citados calamares en una salsa que apenas afecta al hálito) nos dirigimos a comenzar la ingesta de alcohol en el paseo marítimo de tan insigne localidad. Nunca el término "alcohólica" fue tan descriptivo al hablar de una bebida espirituosa. Aquel día todos aprendimos una valiosa lección: un whisky llamado "Scotish Whisky" nunca podrá ser de gran calidad, y mucho menos si la botella vale menos que la de Dyc. Creo que fue en ese justo momento, en el que bebí el primer trago, cuando comenzó a forjarse esta historia.
Pues bien, aquí va la historia:
Al igual que el aleteo de una mariposa en Beijin puede provocar una cagalera en Torre del Mar, aquel trago de whisky con Coca-Cola también provocó una cagalera en Torre del Mar. A partir de aquella cata que duró varias horas, mi estómago inició un largo (no tan largo) proceso y/o litigio que se vería avocado indefectiblemente al desalojo de inquilinos por la puerta de atrás. Así fue como mis prioridades cambiaron y el problema en aquel momento se concentró por tanto en encontrar el lugar idóneo para soltar lastre, pues no abundaban los locales correctamente acondicionados destinados a tal efecto.
Aquel día tomé una decisión que cambiaría mi vida: "seré veterinario" y minutos más tarde tomé otra decisión: "no dejes para cagar mañana lo que necesites soltar hoy". Y tras esta decisión, inicié un prolongado periplo de visitas a baños de bares, los cuales analizaba, escudriñaba, anotaba y puntuaba según su higiene, su abundancia o ausencia de papel, su insonoridad, y un largo etcétera de elementos, para luego clasificarlos y saber a cuál acudir en otra ocasión en caso de emergencia.
A partir de este trabajo, que se inició como algo práctico y que continuó luego como mero hobby, fui aconsejado y animado por mi buen amigo E Punto Eme Punto a proseguir con un proyecto mayor.
Aprovechando las innumerables anotaciones y mapas escatográficos hechos, inicié el proyecto de una opera magna que se daría en llamar "Guía de la Axarquía, dónde cagar y por qué". De repente había mucha gente interesada en aquel trabajo e incluso comencé a recibir la ayuda de distintos ayuntamientos de la zona que vieron en la guía un modo de darse a conocer y atraer turistas por la limpieza de sus sanitarios. Me enfrasqué así, llevado por mi afición a cagar, en un trabajo que me consumía poco a poco, que me absorbía, y que no me dejaba tiempo para otra cosa. Y así pasé los tres días restantes, sin atender a razones, obsesionado por probar cuantos cuartos de baños me fuera posible.
Tristemente el fin de semana acabó y con él el apoyo de las instituciones, con lo que mi magnum opus quedó incompleta, inconclusa, inacabada, inédita, y más adjetivos que empiezan por in- excepto inodora, valga la paradoja.

Y así este viejo proyecto quedó casi olvidado, escondido, aunque latente, hasta que un día, recibí la llamada de un directivo de una famosa firma francesa de neumáticos que también hace guías de viajes cuya marca no puedo desvelar porque no me lo permite mi contrato, quien estaba interesado en adjuntar a su Guía Michelín de Granada del 98 un suplemento con los mejores servicios y váteres de la ciudad de la Alhambra.
Reinicié así mi tarea, centrándome ahora en los bares granadinos.
Pues bien, aquí va la historia:

(continuará...)

 Lisboa. 2012. Ed. Morgana. Col. Fata.

4 comentarios:

  1. Pues ahora que lo pienso, he estado yo durante años y años yendo a los bares de Granada inconscientemente, pensando más en las tapas que ponían, que en la categoría del váter que habría de acogerme en caso de necesidad. Si es que uno, en su juventud, muchas veces no se da cuenta de estas cosas. Pero ahora que esta historia me ha hecho recapacitar sobre un aspecto tan importante, estoy esperando esa guía con la que poder moverme a gusto por los bares de mi ciudad, y con la tranquilidad de que un inesperado apretón, no me va a fastidiar una noche de marcha.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo también podría hablar sobre apretones. Especialmente en autobuses. Especialmente en autobuses que hacen el recorrido Torvizcon - Granada

      Eliminar
  2. yo que soy un asiduo cliente de estos dignos establecimientos, comparto el interes por conocer la calidad de aquellos que no he visitado, por si surge ir a alguno mejor, por lo que te animo en tan ardua tarea.
    Paco

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por animarme en ten especial cometido. SI tienes alguna indicación, o sugerencia, la aceptaré de buen grada. Si incluso tienes tus propias notas pode un día contrastarlas para mejorar los estudias sobre este inexplorado campo.
      Gracias por tu comentario.

      Eliminar